Ayer concluyó la feria del Pilar de Zaragoza. De los cuatro últimos festejos hay poco que destacar. En la corrida de El Pilar, destacaron dos toros. Uno muy noble, ideal para realizar el toreo, premiado, de forma exagerada, con la vuelta al ruedo. Casi no se le picó, blandeó durante toda la lidia y no demostró bravura en ningún tercio, sólo una nobleza infinita. Nadie solicitó la vuelta, pero el presidente (que debió de ver otro toro), por su cuenta, la otorgó. Se lidió otro ejemplar muy interesante, encastado y cumplidor en varas. Ambos, cayeron en manos de El Fandi, para desgracia de todos. Formó un alboroto con su toreo populista, basado en las carreras y los trapazos.
Luego vinieron los petardos del Marqués de Domeq y Victoriano del Rio. Corridas, ambas, infumables. El Cid realizó una buena faena al único toro del marqués que se movió y Perera cortó una orejita a un inválido, con el hierro de Toros de Cortés.
Cerró la feria la corrida de Miura. Encierro complicado, le faltó el poder y la casta de antaño. Anduvo muy valiente Rafaelillo, pero perdió el triunfo por un feo espadazo.
Así terminó una feria mediocre. El mejor ejemplo de ello es que, Fuente Ymbro, con una corrida normalita, ha sido el encierro más completo del ciclo. En cuanto a los toreros, ninguna faena que recordar, sólo algunos (muy pocos) pasajes interesantes. El triunfador numérico ha sido El Fandi. Eso lo dice todo.
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